EL BLOG DE LAS JORNADAS

jueves, 30 de junio de 2016

3. Esperanza de vida, por Virtudes Torres Losa

10.00 Agazapado tras unas rocas, desnudo, empapado y tiritando lo encuentran unos pescadores. Avisan a la Guardia Civil y a Emergencias. Tras los primeros reconocimientos, optan por tomar sus huellas, hacerle unas fotos y compararlas con las del archivo oficial de personas desaparecidas.
10.30 Los doctores no observan síntomas anormales en los análisis clínicos. Las radiografías muestran un estado elevado en la calcificación de los huesos y… ¿qué demonios es eso? La radióloga acerca la imagen del ordenador; junto al hueso occipital hay un punto apenas perceptible. Amplía la imagen. La radióloga retrocede asustada. Llama a sus compañeros.
10.40 En la última radiografía tomada, el punto de la primera ahora es un círculo considerable. Parece  una pequeña esfera incrustada en el hueso.
10.40 Una enfermera comprueba la tensión arterial del paciente que sube por momentos aunque el hombre parece tranquilo. Pasa los datos al ordenador y lleva las muestras al laboratorio.
10.45 El sujeto abre los ojos. Rápidamente extrae de su nuca el círculo alojado que ahora tiene el tamaño de una aspirina. Toma un vaso, lo diluye en agua. Miles de burbujas salen disparadas hacia el techo.
10.55 Alertado, el equipo médico llega al box. Al abrir, las pompas salen  flotando. Cuando están sobre la gente, explotan. Diminutos renacuajos se cuelan por  oídos, narices o heridas.
11.00 Al contactar con la sangre absorben la energía de la gente.
Ha sido fácil. La  batalla está ganada. Será el fin de este planeta y, la esperanza para salvar al suyo.

Virtudes Torres Losa

2. LA VISITA, POR RAFAEL JIMÉNEZ ONTANILLA

No pienso abrir los ojos. Estoy solo en esta maldita ciudad, en este podrido piso.
El resto de mis sentidos me dicen que son las tantas de la madrugada. No. No abriré los ojos hasta que la razón pueda dilucidar quién leches está tocando mis tobillos tratando de despertarme.


Nombre: Rafael Jiménez Ontanilla.

1.Lagunas de frío metal, por Alfredo Fornas Pallarés

Lagunas de frío metal

Trabajo en la fábrica de reactores nucleares Ganímedes-R32. Escribo estas líneas porque periódicamente olvido hechos recientes, especialmente tras mis revisiones de software. Yo fui de carne y hueso. Conservo imágenes de mi madre, de mis amigos, de una mujer con la que pasé buenos momentos, de mis hijos..., de mi pasado. Ahora mi piel es metálica y..., bueno, no soy capaz de sentir como antes..., en realidad no soy capaz de sentir nada. No siento nostalgia, no echo de menos a nadie, tampoco bebo, ni como, ni enfermo, ni respiro, ni lloro, ni sueño y no poseo hormonas que alteren mis pensamientos. Cosas que en algún momento fueron importantes para mí, ahora no las valoro. No soy feliz, ni desgraciado..., simplemente soy, y aplico lo que sé al trabajo.
En la Tierra fui importante, un buen científico. De eso hace mucho, o eso creo. Cuando mi cuerpo enfermó autoricé copiar mi memoria..., sí, estoy seguro de ello, y renací en este mundo de hielo. Desde entonces todos mis recuerdos son de Ganímedes: años de trabajo en la fábrica, de día y de noche. Si me compadeces te diré que no tengo ambiciones, ni metas, ni amigos. En otro tiempo llamaría a esto esclavitud, ahora ya no.
Somos miles trabajando aquí, máquinas sin vida. No hay humanos ni los habrá, pues a casi -200 ºC y sin una atmósfera adecuada, ningún organismo terrestre sobreviviría. Rara vez intercambiamos información personal entre nosotros, pero hace unas horas ha contactado conmigo un trabajador de otra factoría. Tenía instaladas las mismas extensiones mecánicas que yo y pronto advertí que compartíamos todos los recuerdos de la Tierra. Ni él era más yo, ni yo era más él, ambos éramos copias de un mismo ser. Me evocaba a una conversación reciente, de la que no recordaba absolutamente nada. De hecho, tengo borradas las últimas 75 horas de mi memoria por alguna razón. Ya he dicho que a menudo suelo tener lagunas..., lagunas..., me pregunto si algún día volveré a bañarme en una con mis hijos y mi mujer. Si sintiese emociones tal vez mojaría mis sensores de visión, pero no entiendo muy bien para qué. Las lágrimas no llenan lagunas. 

 Alfredo Fornas Pallarés