EL BLOG DE LAS JORNADAS

lunes, 17 de octubre de 2016

12. "CINEMA INFERNO" Mª CARMEN CASTILLO


CINEMA INFERNO

Apartando telarañas que parecían prolongarse hasta el infinito, penetró en las ruinas del cine. La prueba consistía en pasar la noche en aquella sala, abandonada desde que una estampida mortal provocada por una falsa alarma de fuego, provocara numerosas muertes. Se instaló lo mejor que pudo en la butaca que parecía más sólida.
A las doce, coincidiendo con las campanadas que dio el reloj de la torre, la rajada pantalla se iluminó y a él se le cortó la respiración. Comenzaron a verse imágenes de escenas sangrientas, torturas, desmembramientos y decapitaciones demasiado realistas para su gusto. Parecían retazos cortados de diversas películas. Recordó la escena de la película Cinema Paradiso, cuando el protagonista recibe la recopilación de los fragmentos de besos y desnudos cortados por la censura y conservados por el maquinista del cine.
Al escuchar un ruido que avanzaba por el pasillo, desvió la mirada para ver llegar a la señora que vendía cucherías en un chirriante carrito. La cadavérica mujer, con las grisáceas ropas hechas jirones, le ofreció un cucurucho de palomitas con una amplia sonrisa desdentada. Lo tomó con manos temblorosas, y entonces se dio cuenta de la presencia de hombres, mujeres y niños, con distintos grados de putrefacción, sentados a su alrededor. Disfrutaban del macabro espectáculo, riendo y aplaudiendo con sus descarnadas manos. Se hundió en su asiento, mientras intentaba tragar las palomitas verdosas y rancias. Debía resistir o se burlarían de él toda la vida. Prefirió fijar su atención en las horribles imágenes, para no ver a los fantasmales espectadores que le rodeaban.
Al día siguiente, viendo que no salía del cine, sus extrañados amigos entraron a buscarle. Habían esperado que saliera huyendo al poco rato, pues ninguno de ellos había superado la prueba. Se reirían un poco e irían a tomar unas copas, para celebrar la broma.
Le encontraron sentado, con un cucurucho vacío en las manos, del que parecía coger algo y comer. Tenía la piel amarillenta y ajada, como si hubiera envejecido de golpe. Los ojos le sangraban, pero los mantenía fijos en la pantalla vacía, mientras reía y aplaudía.


Nombre completo: Mª Carmen Castillo Peñarrocha

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