EL BLOG DE LAS JORNADAS

lunes, 17 de octubre de 2016

14. DO MAYOR, AURORA MARTELL

La clase de canto había mejorado mucho. La duquesa era una terrible cantante pero una gran anfitriona. Le escuchó con detenimiento todas las correcciones y se aplicó. Practicaba con gran entusiasmo. Algunas malas lenguas decían que por eso era soltera. El profesor había trabajado con ahínco para ayudar a grandes promesas. Adoraba la belleza de la música. Y recordaba con añoranza sus años en la opera; los aplausos y las flores. Cada tarde aceptaba la taza de té de la duquesa, le apretaba el corsé y afilaba sus cuerdas vocales. Esta vez las había afilado con extremo detalle. Hidratado con exceso sus labios para encontrar la postura perfecta. El Do Mayor había resonado por toda la casa. Aún resonaba después de dos horas. Y él, loco de ardor, la miraba exhausto ante su gran obra aberrante e imperecedera. La duquesa permanecía rígida en la postura del Do Mayor, con sus costillas hinchadas hasta quebrarse por el fuelle del aire pero mantenidas por el corsé. Sus cuerdas vocales sangrantes aún chorreaban por sus morados labios. Los labios de una boca en rigor mortis expirando el último y más glorioso Do Mayor que nunca se escucharía.
Ni en vida, ni en muerte.


Aurora Martell 

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